Catalina de Erauso, la monja alférez.
Catalina de Erauso nace en San
Sebastian, en el año 1585. Hija de un conocido militar de la época, el capitán
Miguel de Erauso.
Tenía dos años cuando fue
entregada por sus padres a unas monjas dominicas de un convento en su ciudad
natal. La priora del centro era tía de Catalina, hermana de su madre, Doña
María Pérez de Galarraga y Arce.
El objetivo de este internamiento
de la pequeña era su educación. Pero la severa disciplina de las religiosas, y
sus castigos físicos, pronto fueron incompatibles con el carácter, su fuerte
personalidad de y un sentido de la justicia social muy particular. Con sólo
quince años se fugó del convento, por una reyerta en la que se vio involucrada
con una monja más fuerte que ella. La joven buscó refugio en un bosque cercano.
Desde el primer momento, Catalina
entiende que, si quería tener una oportunidad en un mundo, del de comienzos del
siglo XVII, lleno de escaramuzas militares, de peleas a espada en todos los
rincones, de ejecuciones, y de lances sangrientos, únicamente veía una
solución: disfrazarse de varón. Su físico favorecía esta apariencia masculina.
Sus rasgos eran más bien toscos y poco femeninos, poseía poco pecho y una voz
con tono varonil.
Pisó la cárcel por primera vez
cuando, a causa de un duelo con un alguacil al que ella hizo un corte en la
cara, fue atacada por un amigo del vencido en el duelo. El resultado del ataque
fue que Catalina respondió con una estocada que atravesó de parte a parte al
agresor.
Tras algunos fracasos amorosos,
se marcha a conocer mundo. Chile, Argentina, Bolivia, serán algunos de sus
destinos. En Tucumán (Argentina), una adinerada viuda quiso casarla con su
única hija, que era, por otra parte, horrorosamente fea.
Trabajó de panadero, minero y de
cualquier cosa que la permitiera ganarse la vida. Trabajos todos ellos
destinados a hombres, en aquella época.
Consiguió el grado de alférez en
la batalla de Valdivia, y, en la siguiente, en Purem, tomó el mando de las
tropas por la muerte de su capitán en la batalla. Obtuvo, como no podía ser de
otra forma, la victoria de forma incontestable.
No la entusiasmaba la vida militar, pero se
sentía muy involucrada en la causa española. Por eso fue a la batalla del
Callao, donde más de novecientos españoles perdieron la vida. Allí es hecha
prisionera y pasa más de siete años de cautiverio.
Su siguiente incidente de
gravedad fue contra una especie de jugador “trulero”, pendenciero, mujeriego, y
con todos los vicios posibles. Le llamaban “el Cid”, por su corpulencia y su
cara inexpresiva y fría. Este personaje, junto con cinco matones más, rodeó e
intentó humillar a Catalina, que estaba con tres personas allegadas a ella. La
grave reyerta se saldó con Catalina gravemente herida, y “el Cid” muerto. Se
dice que la valiente vasca consideró que podía morir y se confesó. Su confesor
fue el primero en descubrir, desde la salida del convento hacía ya muchísimos
años, que era una mujer.
De nuevo vuelve a cambiar su vida
a otra ciudad, y de nuevo vuelven sus problemas con la justicia. Una vez más es
provocada, humillada, y se ve obligada a matar a un alguacil y a un negro. Por
esto es apresada.
Con la justicia permanentemente
acosándola, por donde quiera que fuera, por cuestiones de las cuales ella no se
consideraba culpable, no ve otra solución de coger de nuevo los hábitos. Pasará
por diferentes conventos. Al final, todo propicia su regreso a España, donde
sus aventuras han cogido tal fama, que se ve obligada a ocultarse.
Siempre defendió su condición de
española. Se cuenta que, ya siendo monja en la última parte de su vida, y ante
la burla, por parte de algunos cardenales de la Iglesia, que su único defecto
era el ser española, ella se defendió con el mismo ímpetu con que cual había
vivido, argumentando “que a mí me parece no tener otra cosa buena”.
El sobrenombre de “monja alférez”
le fue puesto por el rey Felipe IV, al poco del regreso a España de Catalina,
tras una vida entera de aventuras y desventuras.
Se dice que su fama por Europa
fue tal, que el mismo pontífice Urbano VIII la autorizó a seguir vistiendo de
hombre.
Por: Francisco María García. 6 de
marzo de 2015.
https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=LFgqQO1pAIY
Fuente: vídeo youtube. Publicado el 20 de abr. de 2013
https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=LFgqQO1pAIY
Fuente: vídeo youtube. Publicado el 20 de abr. de 2013
El Centro Dramático Nacional presenta "La monja alférez" de Domingo Miras con dirección de Juan Carlos Rubio
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