Egocentrismo
Lo definimos como una exaltación de la propia personalidad, hasta tal punto, que lleva a la persona a atender solamente su propio interés, sin interesarse por el bienestar ajeno. Este tipo de formas de vida va asociado a circunstancias que se padecen de forma paralela. En muchos casos se trata de personas con un carácter bipolar, que tienen lo que se llama “picos de sierra”, es decir que pasan de la euforia a la depresión, y del bienestar máximo a la ansiedad y visión negativa de todo, de una forma alternativa y sin razones aparentes, o simplemente, motivados por el más mínimo detalle. En otros casos, sencillamente estamos ante personas con un marcado egoísmo personal.
Una de las consecuencias del egocentrismo es, respecto de la vida en pareja, lo que se denomina la “ley del embudo”. Las personas egocéntricas se permiten a sí mismas algunas actuaciones con respecto a la forma de llevar su situación sentimental, y, sin embargo, no toleran en modo alguno que su pareja haga el más mínimo movimiento, en lo que a estas actuaciones se refiere. Con bastante acierto suele decirse que el egocentrismo es el enemigo número uno de la pareja. Pues se eliminan algunos parámetros que son fundamentales, como por ejemplo la confianza, la sinceridad, y, por supuesto, la imprescindible reciprocidad.
La persona que centra toda la atención en sí misma va camino del aislamiento social. Es incapaz de comprometerse por ninguna otra cosa que no sean sus propias necesidades. De esta forma, es muy difícil hacer nuevas amistades y mantener las existentes. Pero la supuesta causa de este aislamiento, el egocéntrico o egocéntrica siempre la buscará fuera de su persona. Son los demás los que se separan de él o de ella, porque no entienden, ni reconocen, ni aceptan, su superioridad.
Es preciso superar el egocentrismo para disfrutar bien la vida. Hay que aprender a ver las cosas desde una perspectiva diferente, desde otro ángulo. Las soluciones a los problemas de mayor o menor tamaño que nos preocupan siempre están ahí. La cuestión real es que, si estamos atenazados por la angustia, somos incapaces de ver estas soluciones. Se debe tener en cuenta que no siempre son nuestros criterios los válidos, que nuestras experiencias no son siempre las más determinantes y decisivas. Que hay que tener en cuenta nuevas formas de ver las cosas. Nuevas ideas. Hay que tener una mente abierta, y esto nos hará ser verdaderamente grandes, y llegar donde nos propongamos. A esto se le llama aprendizaje continuo.
Lo definimos como una exaltación de la propia personalidad, hasta tal punto, que lleva a la persona a atender solamente su propio interés, sin interesarse por el bienestar ajeno. Este tipo de formas de vida va asociado a circunstancias que se padecen de forma paralela. En muchos casos se trata de personas con un carácter bipolar, que tienen lo que se llama “picos de sierra”, es decir que pasan de la euforia a la depresión, y del bienestar máximo a la ansiedad y visión negativa de todo, de una forma alternativa y sin razones aparentes, o simplemente, motivados por el más mínimo detalle. En otros casos, sencillamente estamos ante personas con un marcado egoísmo personal.
Una de las consecuencias del egocentrismo es, respecto de la vida en pareja, lo que se denomina la “ley del embudo”. Las personas egocéntricas se permiten a sí mismas algunas actuaciones con respecto a la forma de llevar su situación sentimental, y, sin embargo, no toleran en modo alguno que su pareja haga el más mínimo movimiento, en lo que a estas actuaciones se refiere. Con bastante acierto suele decirse que el egocentrismo es el enemigo número uno de la pareja. Pues se eliminan algunos parámetros que son fundamentales, como por ejemplo la confianza, la sinceridad, y, por supuesto, la imprescindible reciprocidad.
La persona que centra toda la atención en sí misma va camino del aislamiento social. Es incapaz de comprometerse por ninguna otra cosa que no sean sus propias necesidades. De esta forma, es muy difícil hacer nuevas amistades y mantener las existentes. Pero la supuesta causa de este aislamiento, el egocéntrico o egocéntrica siempre la buscará fuera de su persona. Son los demás los que se separan de él o de ella, porque no entienden, ni reconocen, ni aceptan, su superioridad.
Es preciso superar el egocentrismo para disfrutar bien la vida. Hay que aprender a ver las cosas desde una perspectiva diferente, desde otro ángulo. Las soluciones a los problemas de mayor o menor tamaño que nos preocupan siempre están ahí. La cuestión real es que, si estamos atenazados por la angustia, somos incapaces de ver estas soluciones. Se debe tener en cuenta que no siempre son nuestros criterios los válidos, que nuestras experiencias no son siempre las más determinantes y decisivas. Que hay que tener en cuenta nuevas formas de ver las cosas. Nuevas ideas. Hay que tener una mente abierta, y esto nos hará ser verdaderamente grandes, y llegar donde nos propongamos. A esto se le llama aprendizaje continuo.

No hay comentarios:
Publicar un comentario