Horas viendo televisión, ¿no hay nada mejor que hacer?
Hace poco leía a un famoso escritor, que citaba las fuentes que él utiliza para buscar información, inspiración, etc. Tras enumerar algunas de ellas, como la realidad de su día a día, prensa, Internet, y otras, descartaba de entre esas fuentes la televisión, argumentando que el número de horas y minutos a la semana que él ve la televisión es exactamente igual a cero.
Puede parecer exagerado, pero yo me identifico bastante con esa forma de pensar. Desde el respeto, por supuesto, hacia otras mentalidades o puntos de vista. Cuando yo conecto el televisor, suelo encontrarme con lo siguiente: noticiarios, es una sucesión de desastres, crímenes, crueldades humanas, delitos, terror en todos los aspectos, y todo ello con imágenes que nos agreden porque se hace más énfasis en los detalles y el morbo, que en la noticia en sí; programas de prensa rosa o social, en este apartado, respetando todo tipo de opiniones, personalmente no me interesa en absoluto esta temática, considero que tengo mi propia vida, y cada uno o una la suya; películas o series, sesgadas por cortes publicitarios permanentes, no puedo soportar esto; programas-concursos, pueden ser una buena opción, pero están enfocados, en la mayoría de las ocasiones, más al aspecto de show, que al cultural o de contenido; programas de debate, alguna vez veo alguno que otro, pero el ofrecer un espectáculo televisivo ágil y dinámico hace que los presentadores o presentadoras permitan que los argumentos de los invitados se vayan superponiendo unos encima de otros, de tal forma, que a veces es más el barullo que lo que conseguimos entender.
Hace poco leía a un famoso escritor, que citaba las fuentes que él utiliza para buscar información, inspiración, etc. Tras enumerar algunas de ellas, como la realidad de su día a día, prensa, Internet, y otras, descartaba de entre esas fuentes la televisión, argumentando que el número de horas y minutos a la semana que él ve la televisión es exactamente igual a cero.
Puede parecer exagerado, pero yo me identifico bastante con esa forma de pensar. Desde el respeto, por supuesto, hacia otras mentalidades o puntos de vista. Cuando yo conecto el televisor, suelo encontrarme con lo siguiente: noticiarios, es una sucesión de desastres, crímenes, crueldades humanas, delitos, terror en todos los aspectos, y todo ello con imágenes que nos agreden porque se hace más énfasis en los detalles y el morbo, que en la noticia en sí; programas de prensa rosa o social, en este apartado, respetando todo tipo de opiniones, personalmente no me interesa en absoluto esta temática, considero que tengo mi propia vida, y cada uno o una la suya; películas o series, sesgadas por cortes publicitarios permanentes, no puedo soportar esto; programas-concursos, pueden ser una buena opción, pero están enfocados, en la mayoría de las ocasiones, más al aspecto de show, que al cultural o de contenido; programas de debate, alguna vez veo alguno que otro, pero el ofrecer un espectáculo televisivo ágil y dinámico hace que los presentadores o presentadoras permitan que los argumentos de los invitados se vayan superponiendo unos encima de otros, de tal forma, que a veces es más el barullo que lo que conseguimos entender.

Con respecto a los cortes televisivos, encuentro especialmente peculiar el que algunos programas de actualidad, que se suponen de cierto rigor o supuesta seriedad, realicen un corte para publicidad de seis minutos o más, vuelvan a la emisión en directo, y el presentador de turno, tras anunciar el contenido del siguiente bloque informativo, vuelva a pronunciar el temido “después de la publicidad”; y de nuevo volvamos a soportar otros seis, ocho, nueve minutos de anuncios publicitarios. Me parece una humillación y una falta de respeto a los espectadores.
En el caso de los niños, el problema es aún más preocupante. Según los resultados presentados en la revista médica Pediatrics, los niños que ven menos de dos horas de televisión al día en la infancia no aumentan su riesgo de sufrir problemas de atención y concentración en la adolescencia. Pero a partir de la tercera hora, el riesgo se incrementa un 44 por ciento por cada hora adicional que se pasa cada día delante de la televisión. Estos efectos fueron especialmente acusados en los niños que miraban la televisión más de tres horas diarias. Investigadores de la Universidad de Nueva Zelanda hicieron un profuso estudio y llegaron a una conclusión: los niños que miran más de dos horas de tele al día cuando cursan primaria tienen después más dificultades de concentración al llegar al instituto que aquellos que miran poco la televisión.

Y yo me pregunto…. ¿no hay nada mejor que hacer? Es conveniente estar informado, está bien disfrutar de películas, es interesante un buen debate, siempre que las personas que participan sean respetuosas unas con otras. Pero para esto a mí me gustan otros medios: el cine, Internet, la prensa, la radio. ¿Nos hemos planteado si disfrutar de un libro que nos guste puede ser mejor que estar delante de la pantalla? ¿O nos sentamos ante el televisor por inercia, y permanecemos así durante horas por el efecto bloqueo que causan en nosotros los contenidos que se emiten? Sería conveniente cambiar de hábitos, y descubriríamos todo un mundo de cosas que podemos hacer. Y que nos llenarán el alma mucho más que la televisión.

Por:Francisco María García, 28 de marzo de 2015
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