Fútbol, deporte o negocio
Hablamos de un deporte que mueve a las masas, de un espectáculo que genera cantidades astronómicas de dinero. De una forma de vida, y de entender la vida, para mucha gente. De una pasión para cantidad de seguidores y seguidoras, que domina su día a día. El fútbol tiene algo de romanticismo, de sentimiento pasional por un equipo o por unos colores. Pero hay otra parte no tan positiva
.
Los más grandes empresarios de cada país suelen ser los dueños de los equipos futboleros, o socios mayoritarios, o ambas cosas. Mientras la gente vive con pasión cada partido, en los palcos VIP suele hablarse de muchas cosas, algunas tienen que ver con el contenido futbolero, pero otras muchas no. Igual que pasa en la política, la trastienda del escudo de cada equipo, de los colores, y de los sentimientos, es bien diferente al aspecto deportivo. Las miserias humanas en los despachos, los celos, el dinero, la droga, la vida libidinosa de los futbolistas, el machismo y la homofobia, todos los elementos que retratan la trastienda del fútbol. Dirigentes de los clubs que hacen sus negocios gracias a la repercusión de los grandes equipos de fútbol, corrupción alrededor de los enormes montantes de dinero que se generan, jugadores extranjeros o de fuera de la ciudad o la provincia del equipo en cuestión, lo que repercute negativamente en la formación y gestión de las canteras de jugadores. Todos estos factores chocan de frente con lo que debería ser deporte, entendido en su mayor extensión de la palabra.
El fútbol genera dinero, el dinero genera poder, y el poder es el alimento preferido de los desalmados. Tal y como lo vivimos cada día, es un deporte reconvertido en un enorme negocio con demasiados intereses político-económicos. Y en este ámbito podríamos preguntarnos si se trata de un negocio multimillonario, si el dinero se ha comido en muchos casos al deporte en sí, ¿por qué razón sigue dependiendo de los distintos Ministerios de Educación y de Cultura? ¿No sería mucho mejor que dependiera del Ministerio de Industria o del de Comercio? Sería una forma de que las leyes que regulan la industria a gran escala, protegieran e inspeccionaran una de las mayores industrias que tenemos en la actualidad, la del fútbol.
¿Por qué no hay más implicación y regulación de nuestras autoridades políticas en el negocio del fútbol? Muy fácil. Se trata de un deporte que mueve masas. Y las masas votan. No es una cuestión nueva, viene de muy lejano. Los emperadores romanos ofrecían en el Coliseo pan, sangre y diversión. Y se aseguraban con ello el favor de la gente.
Hablamos de un deporte que mueve a las masas, de un espectáculo que genera cantidades astronómicas de dinero. De una forma de vida, y de entender la vida, para mucha gente. De una pasión para cantidad de seguidores y seguidoras, que domina su día a día. El fútbol tiene algo de romanticismo, de sentimiento pasional por un equipo o por unos colores. Pero hay otra parte no tan positiva
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Los más grandes empresarios de cada país suelen ser los dueños de los equipos futboleros, o socios mayoritarios, o ambas cosas. Mientras la gente vive con pasión cada partido, en los palcos VIP suele hablarse de muchas cosas, algunas tienen que ver con el contenido futbolero, pero otras muchas no. Igual que pasa en la política, la trastienda del escudo de cada equipo, de los colores, y de los sentimientos, es bien diferente al aspecto deportivo. Las miserias humanas en los despachos, los celos, el dinero, la droga, la vida libidinosa de los futbolistas, el machismo y la homofobia, todos los elementos que retratan la trastienda del fútbol. Dirigentes de los clubs que hacen sus negocios gracias a la repercusión de los grandes equipos de fútbol, corrupción alrededor de los enormes montantes de dinero que se generan, jugadores extranjeros o de fuera de la ciudad o la provincia del equipo en cuestión, lo que repercute negativamente en la formación y gestión de las canteras de jugadores. Todos estos factores chocan de frente con lo que debería ser deporte, entendido en su mayor extensión de la palabra.
El fútbol genera dinero, el dinero genera poder, y el poder es el alimento preferido de los desalmados. Tal y como lo vivimos cada día, es un deporte reconvertido en un enorme negocio con demasiados intereses político-económicos. Y en este ámbito podríamos preguntarnos si se trata de un negocio multimillonario, si el dinero se ha comido en muchos casos al deporte en sí, ¿por qué razón sigue dependiendo de los distintos Ministerios de Educación y de Cultura? ¿No sería mucho mejor que dependiera del Ministerio de Industria o del de Comercio? Sería una forma de que las leyes que regulan la industria a gran escala, protegieran e inspeccionaran una de las mayores industrias que tenemos en la actualidad, la del fútbol.
¿Por qué no hay más implicación y regulación de nuestras autoridades políticas en el negocio del fútbol? Muy fácil. Se trata de un deporte que mueve masas. Y las masas votan. No es una cuestión nueva, viene de muy lejano. Los emperadores romanos ofrecían en el Coliseo pan, sangre y diversión. Y se aseguraban con ello el favor de la gente.

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